viernes, 6 de marzo de 2015

DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD



DÉFICIT DE ATENCIÓN

Por Jordi Catalán Balaguer, miembro componente y fundador del Instituto Médico del Desarrollo Infantil de Barcelona.

Entendemos por Déficit de Atención la incapacidad del Sistema Nervioso Central para focalizar el interés de forma mantenida en un tema concreto.

Para que se pueda alcanzar un aprendizaje escolar eficaz es fundamental que la actividad cerebral esté bien organizada. La atención es capital.

Los factores que pueden interferir la correcta atención son múltiples. Es fundamental analizar en cada paciente los elementos que pueden incidir para que no se ejecute correctamente esta importante función cerebral. Hay que descartar la presencia de parásitos, alteraciones metabólicas (glucosa), alteraciones funcionales visuales, auditivas, desordenes laterales... que estén interfiriendo la correcta acción cerebral.

Antes de dar medicación sintomática hay que tratar los elementos (biológicos, osteopáticos, alimenticios, emocionales, educativos…) que interfieren.

La atención es una actividad cerebral que se estructura a lo largo de las experiencias que el niño tiene desde las primeras etapas de su desarrollo. Es por ello que consideramos que para tratar el Déficit de Atención también se debe trabajar con el niño para que sepa centrar su interés en temas concretos, durante períodos de tiempo cada vez más largos.

La acción terapéutica complementaria es fundamental. La homeopatía, las Flores del Dr. Bach, el entrenamiento funcional, la acción de los educadores... tienen que estar presentes para alcanzar una buena calidad de atención.


HIPERACTIVIDAD

Por Jordi Catalán Balaguer, miembro componente y fundador del Instituto Médico del Desarrollo Infantil de Barcelona.

La hiperactividad se puede y se debe tratar después de hacer un adecuado diagnóstico diferencial. Iniciar tratamientos médicos, actividades y juegos concretos para permitir que el niño descubra nuevas fórmulas de acción cerebral, aquellas que no se han activado con suficiente intensidad hasta ese momento.

La vida moderna (exceso de estímulos, poca actividad autogestionada por el niño…) no facilita la organización de los ritmos cerebrales. El predominio de la acción sobre la inhibición, no practicar la espera, no potenciar la escucha, la escasa contención educativa, el exceso de ritmos rápidos en la vida del niño… genera una dinámica cerebral precipitada, impulsiva y poco analítica. Predomina la acción sobre la previsión.

Un exceso de caudal energético muchas veces provoca la presencia de descargas motrices, con el objetivo de eliminar la energía sobrante. El niño se mueve más de lo que debiera, como consecuencia del desequilibrio entre la aportación energética del sistema nervioso y la necesidad real para cubrir las respuestas adaptativas.

Antes de tratar con medicación psicotrópica es conveniente aplicar otras alternativas sin efectos secundarios. En muchas ocasiones, si se hace un correcto diagnóstico y un adecuado tratamiento para resolver la causa del trastorno, no es necesario acudir a la ayuda de los fármacos.

Hay que saber en que momento se inicia la presencia de movimientos sin finalidad concreta y las causas que los genera, para actuar sobre estas y así no actuar solo en el síntoma.

Este trastorno del desarrollo distorsiona la buena dinámica en el aula. Es conveniente que el maestro/a tenga unas claras directrices educativas, adecuadas a cada caso. Las orientaciones que son acertadas para un niño, son ineficaces para otro. 

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